Como mis conocimientos sobre fútbol residen fundamentalmente en lo emocional, me veo incapaz de valorar los fichajes del Liverpool en base a argumentos técnico-tácticos. Eso mejor dejarlo en manos de la dirección deportiva del club y especialmente del entrenador, en el que tengo depositada toda mi confianza. Vayamos pues al grano. Resulta apasionante ojear diversas redes sociales, como por ejemplo twitter, ya que parece ser que hoy en día cualquiera es capaz de afirmar de antemano si un jugador es válido o no para un equipo, e incluso se juzga la labor de los cuerpos técnicos anticipando el rendimiento que van a dar los fichajes sin haberlos llegado a ver jugar. Actualmente, muchas personas consideran que están capacitadas para hacer un diagnóstico exacto de lo que aportará a la plantilla un jugador al que nunca habían visto sobre un terreno de juego o del que jamás habían oído hablar. Supongo que, en los tiempos que corren, los videojuegos definen la calidad de muchos futbolistas para un gran sector de la masa social.
Independientemente de mi rechazo progresivo y cada vez mayor hacia la sabiduría de plástico que muestra ese gran colectivo de personajes que juega a disfrazarse de Julio Maldonado, sigo con interés el mercado de fichajes, en especial las noticias que hacen referencia a los jugadores que pueden terminar vistiendo la camiseta roja. Ya os digo que no soy capaz de hacer un análisis científico de lo que aportarán o no Iago Aspas, Luis Alberto, Mignolet, Touré, Cissokho, Ilori, Sakho o Moses, pero si tengo que ser sincero, la verdad es que me agrada la estructura de la actual plantilla. Que las cosas marchen bien o mal lo determinará la trayectoria posterior de los nuestros, no los tweets de unos cuantos pseudo-expertos.
Una de las circunstancias de la que se ha hablado mucho este verano y que por poco acaba con mi paciencia ha sido el tema Luis Suárez. Como seguidor, me ha molestado notablemente la actitud que ha mostrado el charrúa en diversos momentos, ya que desde mi punto de vista, seguramente equivocado, nos trató de engañar argumentando que deseaba jugar en un equipo de Champions League ajeno a la Premier. Tras decir aquello, muchos rumores apuntaron a que este individuo intentó presionar al Liverpool para de ese modo poder entablar contactos con el Arsenal, situación que provocó en mí un deseo -probablemente irracional- de ver al uruguayo lejos de Anfield cuanto antes. Reconozco que me sentí desconcertado. Finalmente no ha ocurrido nada en lo que a Luis Suárez se refiere y el jugador continuará al menos hasta enero en el Liverpool. Por mi parte, permanezco muy alerta, aunque ahora espero que cuando regrese de la sanción sea capaz de ayudarnos con sus goles y con su calidad, que de eso va sobrado. Cuento esto porque es posible que mi postura hacia el chaval haya sido, en alguna ocasión, un tanto injusta, quizás por culpa de esas falsas noticias y comunicados que no se han elaborado más que para intentar enredar un asunto del que, al fin y al cabo, nadie ha terminado sabiendo nada.
El mercado de fichajes en verano siempre ha sido y será un verdadero circo.
ResponderEliminarEl problema es que a veces no sabemos realmente lo que quieren los jugadores. Vete a saber si realmente Luis Suárez quería irse.
Raquel
Medios de comunicación y pasiones futboleras, complicada combinación... A veces puede ser muy exitosa, pero complicada combinación, me da la impresión...
ResponderEliminarLaura