Recuerdo que, hace cosa de tres años, cuando empecé a moverme por twitter, tuve un cruce de palabras con un sujeto que se definía como fanático del Chelsea. Dicho encuentro se basó en una absurda discusión entre un servidor y el individuo en cuestión, centrada en mi defensa hacia la labor de Lucas Leiva como pilar fundamental del Liverpool, argumentando sus cualidades y su entrega en contra de la postura chulesca y ridícula de mi oponente, que despreciaba al mediocentro ya que, según él, no disponía de la calidad suficiente como para ser titular en un grande. Bien, el asunto da para analizarlo desde varias perspectivas. Primero, no puedo evitar preguntarme qué es lo que empuja a un aficionado al fútbol a valorar o no a los jugadores de los conjuntos adversarios. Eso para empezar. Segundo, nunca he llegado a comprender el motivo que tienen las personas para, de primeras, insultar a otro por su condición de hincha de un club ajeno. Y tercero, criticar las características de un futbolista en base a lo que tú consideras como patrón de excelencia, me parece un disparate similar al de increpar a los demás por ser de equipos diferentes al tuyo. Debo recordar que por aquel entonces, el chaval tenía la dificultosa misión de hacer olvidar, nada más y nada menos, que a Xabi Alonso y a Javier Mascherano, que se marcharon del Liverpool tiempo antes y nos habían dejado una papeleta complicada de solucionar en las tareas del centro del campo. Lucas Leiva es uno de mis jugadores preferidos, ya os lo he comentado alguna vez, y tengo motivos de sobra para defender su cometido dentro de la plantilla y considerar unos auténticos fantasmas a aquellos que, incluso no siendo simpatizantes del Liverpool, se atreven a menospreciar su labor.
Lucas Leiva no es ningún superdotado con el balón en su poder. No tiene grandes recursos, no es capaz de hacer malabares ni de destacar por sus goles o por su desborde. Sin embargo, desde que los dos jugadores mencionados con anterioridad se largaron a prestar sus servicios a clubes económicamente más poderosos, nuestro número 21 ha conseguido hacerse un hueco en el once titular del equipo gracias a su entrega y a su disciplina como deportista. No es necesario ser un Messi o un Cristiano de turno para ganarte el cariño de una comunidad de seguidores tan inmensa como es la del Liverpool. Con una simple carrera por la banda para cubrir al lateral, con dos o tres robos de balón y con la habilidad como para cometer faltas tácticas fundamentales, uno se convierte en un ídolo para la grada. Si a eso le añadimos un amor fuera de toda duda hacia el club y su significado, no hay más que hablar. Es suficiente. Y que me venga un lumbrera que dice ser forofo del Chelsea a dar lecciones hace que me tronche de la risa. Brendan Rodgers no ha querido darle a Lucas Leiva el honor de ser el segundo capitán del Liverpool, privilegio que será para Daniel Agger, otro de los incondicionales del graderío. Respeto y admiro al danés, pero yo habría delegado la responsabilidad en el tipo brasileño que un día apareció en Liverpool de la mano de Rafa Benítez y que ha terminado transformándose en un imprescindible a todos los niveles.
Pena esas lesiones que frenaron su progresión. En 2011 estaba en el top 5 de mediocentros defensivos. Robaba limpiamente, era muy inteligente tácticamente y tocaba con facilidad. Ahora está recuperando su forma y dando muestras de que su disciplina táctica no la ha perdido. Nuestro mejor escudero posible, nunca nos dejará caminar solos.
ResponderEliminarPrepotentes y despreciativos los hay en todos los ámbitos: el fútbol, la música, el cine, el teatro, la literatura... más nos valdría comprobar que es bueno que cada cual tenga su lugar, aunque no seamos seguidores de determinado género, determinada música, determinado equipo...¡Qué aburrido sería el mundo, si no!
ResponderEliminarLaura