Soy muy del acento británico. Estoy acostumbrado a que la mayoría de la gente con la que tengo o he tenido trato me discuta esta cuestión. La gran masa social suele mostrar una clara preferencia por el inglés procedente de Estados Unidos, supongo que debido a la mayor concentración de series y películas que nos llegan desde el otro lado del charco y que el personal visualiza en versión original. También tendrá que ver en ello el hecho de que, casi en su totalidad, los centros educativos españoles oferten clases de inglés basadas en la prosodia y fonética norteamericana, obviando o no considerando a los británicos como modelo a seguir. Aspectos muy cuestionables, desde mi punto de vista. Pues bien, este es otro de los campos -que no son pocos- en los que nado a contracorriente, ya que en los últimos tiempos he decidido decantarme por el acento de las islas y además manifestarlo públicamente, sin temor a los posibles reproches que semejante comportamiento pueda ocasionar. Considero que ese toque rural del inglés británico le aporta a nuestras variables lingüísticas un tinte diferente al acostumbrado, generando en nosotros la opción de poder aprender el idioma desde una perspectiva minoritaria o alejada del patrón normalizado, algo que me empuja a interesarme todavía más por todo este tema.
Teniendo en cuenta lo anterior, tengo que adecuar el presente texto a mi propósito. Resulta que, hace algunos años, pensé que ya era hora de aprender a tocar algún instrumento musical, inclinándome en principio por las seis cuerdas -es decir, la guitarra-. Con el paso del tiempo, no he conseguido una excesiva mejoría, aunque soy capaz de tocar seguidamente acordes e incluso algunos solos, siempre que no impliquen una desmesurada dificultad. Pues bien, llegados a la actualidad, y desde hace ya varios meses, estoy intentando adaptarme a una nueva forma de entender la música, en lo que encuentro un claro paralelismo con la división entre acento británico y acento norteamericano: ahora lo que me llena es tocar el bajo. Quede claro que actualmente no dispongo de la herramienta, pero mis recursos me proporcionan una extraña habilidad basada en disminuir los tonos de la guitarra hasta hacer que las cuatro cuerdas superiores se acerquen ligeramente al sonido de dicho instrumento, siempre con muchos y lejanos matices, claro está. Ensayo algunas canciones sencillas con mi habitual estilo desenfadado, logrando poco a poco que tocar las 'bass-lines' me divierta incluso más que hacer lo propio con los clásicos acordes de guitarra. Empecé tocando -o mejor dicho, intentando tocar- temas de Green Day, pero ahora mi objetivo es fijarme en la mujer a la que ya considero un referente en esto del rock de escuela punk y de las marcas simples de excelencia, Charlotte Cooper. La bajista de The Subways me ofrece una amplia gama de estilos y me suministra sonidos claros y comprensibles, algo que es de agradecer. Los bajistas son los grandes olvidados, muchas veces, en muchas bandas de rock. Es por eso que supongo, teniendo en cuenta mi afición a tomar caminos alternativos o minoritarios, que estoy destinado a olvidarme de la guitarra y a terminar colaborando con mis colegas en ese grupo que todavía no existe tocando el bajo y realizando los coros con un evidente y remarcado acento británico.
Para acabar, dejo un vídeo de The Subways en el que tanto Billy, el cantante, como Charlotte, mi inspiración y bajista de la banda, tocan de forma natural y fluida uno de los temas del tercer y hasta ahora último álbum del grupo. Como podéis apreciar, aparte de ser una excelente bajista, tiene también un potente acento británico que le proporciona un plus definitivo a su favor.
Álex, a mí también me gusta más el acento británico que el norteamericano, pero, a pesar de haber estudiado Filología Inglesa, no es un tema que me quite el sueño. Aunque en general, más que variables de acentos regionales que te supiese concretar, me gusta los acentos no demasiado marcados, aunque quizás tampoco demasiado suaves... Me inclino más por acentos más o menos suaves tanto en ingles, como en francés, como en alemán, o, porque no decirlo también en español, donde me encanta las variantes extremeña y andaluza.
ResponderEliminarPor otro lado, me parece muy interesante lo que describes de la guitarra y el bajo ya la exploración de matices musicales. Eso, sin duda enriquece tu vida...
A mí por ejemplo el flamenco nunca ha sido un estilo que me gustase mucho, pero ahora que estoy aprendiendo rasgueados de guitarra, me emociono que no veas y tengo ganas de, una vez los domine más, tocar alguna pieza flamenca...
Nunca dejamos de evolucionar ni de descubrirnos.
:) Cuídate,
Laura
Muy interesantes tus reflexiones también.
ResponderEliminarSupongo que más pronto que tarde tendré la posibilidad de comprar un bajo, o al menos eso espero.
Como defensora de idiomas, dialéctos, acentos...me resulta muy complicado poder quedarme con alguno en particular. Eso sí, siempre me maravilló el británico. ¡Qué decir del cockney! nos da tantos quebraderos de cabeza, pero es tan "particular"...
ResponderEliminarSeguro que el bajo no tarda tanto en llegar...
Raquel
Muy guais vuestros comentarios. A mí también me gusta el "Cokney" bastante...
ResponderEliminar:)
Laura