Desconozco las ideas que pasan por la cabeza de un futbolista en las horas previas a la disputa de una final de la Copa de Europa. Debe ser un sentimiento de responsabilidad complicado de gestionar. Por eso la foto de Wijnaldum que acompaña al presente texto me resulta llamativa. En su rostro se plasma un gesto de alegría que contrasta que la ansiedad que invade el cuerpo de cualquier seguidor del Liverpool durante los momentos en los que estamos inmersos. Ojalá toda la plantilla, además de albergar ese sentimiento de responsabilidad del que hablo unas líneas más arriba, comparta la devoción del propio Wijnaldum por lo que significa pelear por ganar la Copa de Europa. Sabemos que el año pasado no pudo ser, así que en este 2019 hay que intentarlo de nuevo. Enfrente tendremos a un equipo al que conocemos bastante en profundidad. Que hagamos valer nuestra mayor experiencia dependerá del grado de presión que aceche al colectivo sobre el terreno de juego. En la grada, por descontado, hay que vencer desde el principio. De esa manera, seguro que nuestros jugadores saltan al césped con una actitud enérgica, que es lo que necesitamos. Mañana el gran deseo es que Madrid se tiña de rojo y que el balón que sostiene Wijnaldum en la instantánea acabe en el fondo de la portería defendida por el Tottenham en varias ocasiones. La sexta Copa de Europa aguarda en el Estadio Metropolitano. Come on Liverpool...
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