martes, 26 de noviembre de 2013

Grobbelaar y el Olímpico de Roma

Hace un par de semanas, fui al cine a ver la proyección del próximo DVD de Muse, que contiene el concierto que tuvo lugar en el Olímpico de Roma durante su pasada gira de estadios. Pero no es de eso de lo que voy a escribir hoy, aunque es cierto que la presente entrada viene motivada por lo que me suscita aquel lugar de la capital italiana. Resulta que allá por 1984, cuando quedaban todavía cuatro años para mi nacimiento, el Liverpool disputó la final de la Copa de Europa allí, nada más y nada menos que frente a la Roma, equipo anfitrión y que pretendía levantar el trofeo en su terreno de juego, ante los suyos. Pero si algo caracteriza a nuestro club, es el hecho de crecerse ante la adversidad. La etapa desde mediados de los 70 hasta mediados de los 80 fue la más gloriosa de nuestra historia, con un entrenador como el gran Bob Paisley a los mandos del equipo -aunque en la temporada 83/84 el técnico era ya Joe Fagan- y con una serie de jugadores legendarios entre los que se encontraba Bruce Grobbelaar, el que era el guardameta de la plantilla desde 1981. Aquella noche en el Olímpico de Roma, el portero terminó convirtiéndose en el gran héroe, al realizar una extraña danza que tenía como objetivo desconcentrar al jugador rival en el disparo clave de la tanda de penaltis -anteriormente había sonreído los periodistas situados tras la portería y había mordido la red de la misma en un gesto, digamos, raro-, lo que finalmente resultó ser efectivo puesto que nos llevamos la cuarta Copa de Europa tras anotar más lanzamientos que los italianos. Las maniobras de Grobbelaar pasaron a la historia del fútbol europeo, dando lugar a que en 2005, cuando marchábamos al desempate desde los 11 metros frente al Milan en Estambul, Carragher le intentase comer la cabeza a Dudek recordándole al mítico Grobbelaar, influyendo determinantemente en el polaco ya que, emulando a su colega, también protagonizó extraños movimientos corporales que terminaron con la paciencia de individuos como Shevchenko.

Es de rigor rememorar aquella tanda de penaltis de Roma 84', en la que este personaje firmó su gran noche, con un resumen del hecho en cuestión. En dicho documento visual añadido a continuación se aprecia la evolución del arquero durante los lanzamientos desde la pena máxima, hasta repercutir en los errores de los jugadores de la Roma -en el minuto 07:45 del vídeo está la gran proeza del mencionado Grobbelaar-, que vieron como el Liverpool se llevaba aquel torneo gracias a la improvisación y a la peculiaridad de alguno de sus principales componentes.

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