Ayer disputé uno de los partidos de baloncesto más embarullados que recuerdo. El oponente se dedicó, durante los 40 minutos, a cometer faltas y a impedir que fluyese nuestro estilo de juego, logrando así trasladar la contienda hacia un tanteo muy bajo para lo que acostumbramos a conseguir. Ganamos el encuentro, pero salimos del pabellón con la sensación de no habernos divertido demasiado. Tracé un paralelismo entre mi partido y la victoria del Liverpool, minutos antes, frente al Brighton por cero goles a uno. El contrincante se encerró atrás, con las líneas defensivas casi a la altura de su área, evitando que el Liverpool pudiese desplegar el fútbol vibrante y rápido que tantas alegrías nos viene dando últimamente. El gol de Salah llegó en una acción en cierta medida aislada, tras un clamoroso penalti cometido sobre el propio Salah en los instantes iniciales de la segunda mitad. Los tres puntos se vinieron a casa, pero al igual que en lo que yo experimenté, las sensaciones fueron de deber cumplido y poco más. No obstante y esto es lo importante, resulta crucial ganar de tal manera ya que, a lo largo de una temporada, te vas encontrando de todo al otro lado de la cancha o del campo.
Once titular LFC:
Alisson, Arnold, Fabinho, Van Dijk, Robertson, Henderson, Wijnaldum, Shaqiri, Salah, Mané, Firmino
Sustituciones LFC:
Milner, Keita, Origi
Goles LFC: 50'
Salah
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